El pasado domingo tomaba un vino en una vieja tasca portuguesa de Mourao, un pueblo alentejano fronterizo cerca del Guadiana. Era curioso comprobar la variedad de personajes que nos acodabamos en la barra.
Al segundo vino, con una tapa de queso de cabra, todos compartiamos opiniones sobre el gobierno de hace un año y el actual del Partido Socialista, apoyado por los comunistas y el Bloco de Esquerda. Sobre el presidente de la República de derechas y su jefe de gobierno de izquierdas que conviven razonablemente.
Poco a poco desaparecen estas tascas, especialmente en Oporto, arrasadas por la modernidad, el diseño y la vejez de sus propietarios. También desaparecen la convivencia y el contraste de opiniones. Se sustituyen por los teléfonos moviles y WhatsApp.
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