De los recuerdos de mi niñez siguen vivos los del barquillero y la pipera, que estaban en la puerta de la Casa de fieras del Retiro madrileño.
Aquella pipera, creo que de nombre Carmen, se convirtió primero en pobre mujer, asaltada por unos toxicómanos que la atracaban al finalizar la tarde y años después en delincuente al descubrir que se autolesionaba y simulaba los asaltos.
Detrás latía una triste historia de carencias, invalidez e hijos abandonados, que contrastaban con las ilusiones con las que los niños nos acercábamos a su puesto.
Feliz lunes a todos, a pesar de que... como dice Quevedo en la historia de la vida del Buscón: "Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres".
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